FILOSOFIAFEROZ

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APUNTES DE FILÓSOFOS IMPRESCINDIBLES

lunes, 14 de noviembre de 2016

SLAVOJ ZIZEK

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Nació el 21 de marzo de 1949 en Ljubljana, República Popular de Eslovenia, Yugoslavia.

Hijo de padre Jože Žižek, un economista y funcionario de la región de Prekmurje en el este de Eslovenia. Su madre Vesna, trabajó como contable en una empresa del Estado.

Pasó la mayor parte de su infancia en la ciudad costera de Portoroz. La familia se trasladó nuevamente a Ljubljana cuando Slavoj era un adolescente.

Asistió a la escuela de secundaria Bežigrad. En 1967, se matriculó para realizar estudios de Filosofía en la Universidad de Liubliana donde se doctoró, y en Psicoanálisis en la Universidad de París VIII Vincennes-Saint-Denis, donde obtuvo su segundo doctorado.

Tuvo que vivir durante años de la traducción cuando terminó sus estudios porque no caía bien a las autoridades comunistas y le impidieron enseñar en la universidad. Fue investigador en el Instituto de Sociología de la Universidad de Liubliana y profesor invitado en diversas instituciones como las de Columbia, Universidad de Princeton, New School for Social Research de Nueva York y la Universidad de Míchigan. Director Internacional del Instituto Birkbeck para las Humanidades.

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Considerado uno de los precursores de una nueva teoría crítica de la cultura, se presenta a si mismo como filósofo radical y se hizo filósofo, aclara, en segunda opción, porque su aspiración era el cine. Considerado como uno de los más prestigiosos seguidores de Jacques Lacan. En su trabajo destaca una tendencia a ejemplificar la teoría con la cultura popular y también de la teoría psicoanalíticalacaniana para sus análisis de la sociedad en su conjunto. Su estructura de pensamiento se referencia en las teorías hegelianas y marxistas alcanzando los campos de la sociología, la psicología, la filosofía y la comunicación. El psicoanálisis le permite reconstruir la subjetividad del hombre moderno, y con ayuda de Lacan, recompone el escenario originario en el que debe desarrollarse un sujeto a la altura de su tiempo. Zizek, que sufrió los rigores de la burocracia comunista en la ex Yugoslavia, no renuncia al marxismo ni al concepto de economía política, aunque lejos de la escolástica. Habla sin nostalgia del socialismo de Estado asegurando que cuando se certificó su defunción llevaba años muerto. Su trabajo sobre el cine se inscribe en la línea de los estudios culturales fundados por el pensador marxista estadounidense Fredric Jameson. Escribe regularmente en la prensa internacional sobre geopolítica.

Militante activo de los movimientos democráticos eslovenos de los años ochenta, participó como columnista de la revista alternativa Mladina, desde donde criticaba aspectos del régimen yugoslavo. Miembro de diversos movimientos sociales y democratizadores de Eslovenia, en 1990 en la primera elección al independizarse Eslovenia de Yugoslavia, se postuló como candidato a la presidencia por el Partido Liberal Democrático sin resultar electo.

Contrajo matrimonio con la filósofa eslovena Renata Salecl; se casó en segundas nupcias y se divorció de la modelo argentina Analía Hounie (ex del cantante Andrés Calamaro y que fuera inspiradora de la canción "Flaca"), su colaboradora y discípula, a quien conoció en uno de sus seminarios en Buenos Aires; y en tercer lugar, se casó con la periodista eslovena Jela Krecic, que en diciembre 2013 publicó una entrevista exclusiva con Julian Assange.



Bibliografía seleccionada en español

El sublime objeto de la ideología — 1992
Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitchcock — 1994
¡Goza tu síntoma! Jacques Lacan dentro y fuera de Hollywood — 1994
Porque no saben lo que hacen. El goce como factor político — 1998
Estudios Culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo — 1998
El acoso de las fantasías — 1999
Mirando al Sesgo. Una introducción a Jacques Lacan a través de la cultura popular — 2000
El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política — 2001
El frágil Absoluto o ¿por que merece la pena luchar por el legado cristiano? — 2002
¿Quién dijo totalitarismo? Cinco intervenciones sobre el (mal) uso de una noción — 2002
Las metastasis del Goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad — 2003
Contingencia — Hegemonía — Universalidad — 2003
Ideología. Un mapa de la cuestión — 2003
Violencia en Acto. Conferencias en Buenos Aires — 2004
A propósito de Lenin. Política y subjetividad en el capitalismo tardío — 2004
La Revolución Blanda — 2004
Repetir Lenin — 2004
El títere y el enano. El núcleo perverso del cristianismo — 2005
Amor sin piedad. Hacia una política de la verdad — 2005
La suspensión política de la ética — 2005
Arriesgar lo imposible. Conversaciones con Glyn Daly — 2005
Bienvenidos al desierto de lo real — 2005
Visión de Paralaje — 2006
Órganos sin cuerpo — 2006
Lacrimae Rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio — 2006
En defensa de la intolerancia — 2007
Cómo leer a Lacan — 2008
Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales — 2009
El prójimo. Tres indagaciones sobre teología política — 2010
Lenin reactivado.Hacia una politica de la verdad — 2010
En defensa de causas perdidas — 2011
Primero como tragedia — luego como farsa — 2011
Robespierre.Virtud y terror — 2011
Filosofía y actualidad. El debate — 2012
¡Bienvenidos a tiempos interesantes! — 2012
Menos que nada. Hegel y la sombra del materialismo dialéctico — 2015

sábado, 5 de noviembre de 2016

MICHEL ONFRAY


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EL DEBATE INTELECTUAL MÁS CANDENTE QUE TIENE EUROPA

“El Estado tendría que hacer un pacto con el islam pacifista”

  • Michel Onfray,  filósofo, que publica ‘Pensar l’Islam’
Michel Onfray está habituado a la polémica. Aplazó la publicación en Francia del panfleto Pensar el islam después de los atentados de noviembre en París. Salió primero en Italia, después en catalán, en Edicions de 1984, y ahora mismo en Francia. Recibió críticas desde todos lados. Acusado de islamofobia, el Estado Islámico utilizó una frase suya – ”tenemos que dejar de bombardear poblaciones musulmanes”– en un vídeo propagandístico. Propone que Francia abandone el laicismo para crear un islam republicano, un pacto social por el cual el Estado financie mezquitas vía impuesto de la renta, marcando una casilla como se hace en España con la Iglesia, supervisar los sermones y proteger a los musulmanes, “así no estaría en manos de gobiernos extranjeros que no tienen ninguna razón para amar Francia”, una casilla abierta a católicos, judíos o ateos. Y se pregunta: “¿qué joven occidental está dispuesto a morir para defender los valores de nuestra civilización, la del supermercado y la venta on line, el consumismo trivial y el narcisismo egotista?”. Onfray vive un boom editorial en nuestro país, donde también publica Teoría del viaje (Taurus) y Cosmos (Paidós).

La primera víctima en una guerra es siempre la verdad. Es cierto, por una parte, que a las Casandras no se las escucha y, por otra, que para solucionar un problema hay que diagnosticar sus causas. Usted dice que entender no es justificar. En la izquierda hay una larga tradición de entender para justificar la violencia revolucionaria y el terrorismo de los años de plomo. Una de las estrategias del Estado Islámico incluye ganar la batalla de las palabras (el arte de la manipulación) y convencer de que han entablado una guerra con Occidente: uniformes, kalashnikovs, banderas, himnos. ¿No cree que aceptar su terminología es proporcionarles una victoria innecesaria?
No creo que los yihadistas quieran convencer de que han desencadenado una guerra en Occidente con palabras y signos, uniformes y banderas: es la realidad lo que nos convence que esta guerra existe de verdad, con sangre en las calles de París y cadáveres en la capital, el estado de sitio en todo el país y la militarización integral de la sociedad. Porque, en lo que se refiere a los combatientes del Estado Islámico, hay uniformes y armas, himnos y banderas. Existe un Estado Islámico, que una necedad infinita nos obliga a no mencionar con el pretexto de que mencionándolo daríamos existencia a lo que ya existe porque ha sido nombrado. Habría que preferir, nos dice el Estado francés, DAESH, que no es más que... ¡el acrónimo de Estado Islámico! Ahora bien, hay un Estado y es islámico, hay un califa y da órdenes a sus soldados, presentes en todo el planeta, incluso en Europa, evidentemente en Francia, y también en Bélgica, como acabamos de ver. Y dicho Estado fomenta una guerra civil en Francia: porque ¿qué es una guerra civil sino la situación en que una parte de la población empuña las armas para eliminar a otra parte de la sociedad en nombre de una ideología que separa a los dos campos? ¡Decir que los yihadistas fomentan una guerra civil dirigida por el califa al-Baghdadi no es dar la razón a los yihadistas, sino a la realidad!
¿Sostener que Francia sigue su política bélica colonialista con sus bombardeos en Irak no es legitimar el yihadismo, que sería así la respuesta a un acto injusto que no han empezado ellos?
Inscribir esa guerra en una causalidad que se remonta muy hacia atrás con el fin de explicar por qué hemos llegado aquí no es legitimar esa guerra, sino hacer un trabajo de filósofo, en este caso una genealogía nietzscheana. Los medios de comunicación dominantes viven en el instante de la inmediatez, en la incultura histórica, en el rechazo de la historia y el desprecio de la genealogía, de ahí que transformen rápidamente todo intento de pensar en legitimación de lo que es pensado. ¡Como si pensar una erupción volcánica fuera da-le razón! Para una parte de los medios de comunicación, pensar es justificar, porque poseen una lógica binaria y moral: hay que estar a favor del Bien y contra el Mal después de que hayan decidido que era necesario pensar en términos de moralina y de que hayan decretado donde se encontraban el Bien y el Mal. El trabajo del filósofo no es como el del cura, que inciensa i bendice, sino un trabajo de radiólogo, que después le permite intervenir al cirujano.
El objetivo yihadista es crear un Califato universal, no una lucha violenta para crear una Estado-nación en el territorio Irak-Siria y después convertirse en un Estado con relaciones de normalidad con el resto del mundo.
Nos equivocamos al creer que afirmando que el Estado Islámico es el mal absoluto hemos resuelto el problema: no hacemos más que alimentarlo. Los estados, incluso los demócratas, ignoran la moral. La política es un asunto de relaciones de fuerza y de inteligencia nacional, no de moral, de ética, de repartir puntos buenos y malos. Querer la guerra cuando no se ha intentado todo lo que la paz permitía es violentamente homicida. Proseguir esa guerra es entrar en el juego del Estado Islámico: eso es precisamente lo que espera porque sabe que el armamento sofisticado de Occidente pilotado por funcionarios de la guerra no podrá hacer nada contra una guerrilla de soldados dispuestos a matar y a morir. Al hacer la guerra, hacemos exactamente lo que espera de nosotros el Estado Islámico. Caemos en su trampa.
Parte de la izquierda exculpa al Islam. Usted argumenta la doble verdad del Corán. Hay al mismo tiempo un Corán de amor y un Corán belicista. Un uso político y otro personal. También la Biblia. Europa tuvo el filtro de la Ilustración. El Islam, no. Usted propone que Francia sea flexible en su laicidad y haga un pacto de Estado sobre la religión islámica. ¿Puede explicar sus argumentos?
En el Corán hay, en efecto, muchas suras que permiten legitimar el Estado Islámico y algunas que lo condenan. Las democracias tienen que llegar a un acuerdo con el islam que se basa en el puñado de suras pacifistas que invitan a no matar (“matar a un hombre es matarlos a todos, salvar a un hombre es salvarlos a todos”), a aumentar la sabiduría y la reflexión («hay que aumentar su ciencia, yendo a buscar incluso en China”), a practicar la tolerancia (“que no haya coacción en materia de religión”), en vez de basarse en las suras homófobas, antisemitas, falócratas, sexistas, belicistas, que también existen. El Estado francés debería hacer un pacto con todo el islam que optara por un islam de paz y de tolerancia con el fin de luchar contra el islam que hubiera escogido ser un islam de guerra y de intolerancia.
La experiencia demuestra que muchos combatientes islamistas no han leído el Corán. Acuden al EI o a Al-Qaeda para dar un sentido a sus vidas. Los sociólogos opinan que lo que ha fallado es la integración. ¿Está de acuerdo?
En efecto, múltiples causas explican por qué los jóvenes se incorporan a las filas del EI. Entre ellas, la desaparición en Occidente de la figura de la autoridad, el padre, que es la figura del orden y del sentido, un punto de referencia que permite luchar contra el nihilismo de nuestra época. El EI garantiza una comunidad soldada; un ideal compartido; una visión del mundo simplista, sin necesidad de reflexionar, basta con adherirse y obedecer; una ideología fácil que promete el paraíso para los amigos y el infierno para los enemigos; un jefe que dicta la ley, el califa, con quien se puede experimentar el placer de la obediencia que solidifica por un precio mínimo a los que buscan un sentido a la vida. Evidentemente, la lectura integral del Corán no es necesaria. ¿Usted cree que todos los marxistas se han leído el Capital de Marx? ¿Y los cristianos la totalidad de la Biblia? Conozco un gran número de psicoanalistas que están muy lejos de haber leído Freud —no digo: todo Freud—. Ello no ha impedido ni al cristianismo, ni al marxismo ni a la psicoanálisis dominar amplias zonas del planeta.
Cuestiona como ineficaz la respuesta emotiva de la población: selfies, flores, “yo soy Charlie”, rezar por París, ahora por Bruselas ¿Qué otras soluciones propone usted?
Una solución que piense en la paz antes de recurrir a la guerra. No estoy en contra de la guerra en todas las circunstancias, pero tiene que ser el último recurso tras haberlo intentado todo a favor de la paz. En primer lugar hay que recurrir a la diplomacia, que permitiría activar las relaciones con los países amigos del EI, con los que, me parece, mantenemos excelentes relaciones comerciales y políticas: Turquía, Arabia Saudí (el Estado francés acaba de conceder la Legión de Honor a su príncipe heredero), Qatar (Francia le cede bienes patrimoniales y le vende un equipo de fútbol parisino). Una política de paz que se apoyara en el principio de soberanía de cada país en su territorio tendría interés a no ser sólo nacional. Debería poseer una dimensión, si no mundial, al menos europea. Pero ningún jefe de Estado, en Europa, tiene la capacidad histórica para tomar semejante iniciativa.
¿Y la opción militar?
A falta de una solución obtenida por las cancillerías, es posible activar los servicios secretos y el aparato de Estado, discreto y secreto, pero eficaz para obtener información. Entonces, los comandos, que, de las fuerzas armadas, me parecen más apropiados que el arsenal de submarinos o portaaviones, pueden luchar sobre el terreno contra tropas nómadas y móviles que se desplazan por el desierto con camionetas descubiertas. Bombardear siempre conlleva matar víctimas civiles que los combatientes toman como rehenes. Y matando inocentes se alimenta el odio contra quienes bombardean, lo que une a las víctimas detrás de los jefes del EI que son bombardeados. Al bombardear, se envía a los bombardeados a los brazos del EI.
Usted dice que Mitterrand propició la creación del Frente Nacional. ¿Lo explica?
En 1983, con la conversión al liberalismo, renunció a la izquierda, lo que lo debilitó en su propio campo. Para poder ser reelegido, necesitaba, más que volver a movilizar su campo legítimamente decepcionado, fraccionar el campo de enfrente. Era algo más fácil de lograr. El Frente Nacional era una ocasión formidable para dividir a la derecha republicana haciéndole perder electores, votos y escaños. Mitterrand se fortaleció gracias a la debilidad de la derecha que él había debilitado así. Pero, como el aprendiz de brujo, no se imaginó que su creación se le escaparía de las manos. A él tanto le da, allá donde está hoy: pudo ser reelegido y mantenerse catorce años en el poder, era su único objetivo. Aunque Francia quedara destrozada. Mitterrand sólo se amó a sí mismo, he aquí la clave que permite entender su trayectoria en la historia. Lo que menos le preocupaban eran Francia y la izquierda.
¿Cree que la idea de Europa ha fracasado? ¿Tanto la idea de Europa como superadora de las guerras del siglo XX como la del mercado unido para competir con Estados Unidos, China, Rusia y Japón?
Los tecnócratas se han propuesto crear Europa cuando ya estaba muerta. Fue grande en la edad media, en el Renacimiento, durante la Ilustración, en el siglo XIX. Pero las dos guerras mundiales la mataron. Desde entonces, asistimos a un intento desesperado y lamentable de reanimar un cadáver. La Europa de hoy es la Europa del dinero y del mercado, de las finanzas y del capital, de los banqueros y de los mercaderes, que exige sangrar en carne viva a un pueblo que no puede más. Cuando China decida comerse Europa sin contemplaciones, no quedará nada de ella...
¿A qué se debe el ascenso de la xenofobia, el antisemitismo, etc.?
La miseria, la pobreza, la pauperización, el dominio del liberalismo sin cortapisas, la negación de la dignidad de los pueblos, la humillación de millones de personas, la proletarización del mundo, la precariedad generalizada por la globalización, el reinado absoluto del dinero, la impunidad de los poderosos cuando son delincuentes, el embrutecimiento de los pueblos transformados en populacho por los medios de comunicación, el adoctrinamiento ideológico con la televisión como droga adictiva, el cinismo de quienes nos gobiernan, el desprecio por la cultura sustituida por la diversión de baja calidad, la contaminación de todas las cosas por el mercado, que impone su ley. Etc. Abolir la dignidad de un ser o de un pueblo supone convertir ese ser y ese pueblo en una bestia furiosa, ya que está herida.
¿Qué opina, en general, o uno por uno, del papel de los pensadores occidentales en el conflicto?
Es difícil responder uno por uno... Digamos que existen dos líneas de fuerza. Una reúne a los intelectuales que se adhieren al programa de Bush de 1992: lanzar una Cruzada contra el islam planetario. Aquí es donde veo a la mayoría de los intelectuales, con Bernard-Henri Lévy como mascarón de proa de ese buque de guerra. La otra no se adhiere a dicho programa. Pero busco los nombres... Es la mía, como habrá adivinado. En un tiempo de histeria de los pueblos, de embrutecimiento de las multitudes y de trance generalizado de las masas embriagadas por el olor de sangre, es una posición que recibe más golpes que flores. No me importan los golpes. Prefiero recibirlos a ser cubierto de flores por haber legitimado la injusticia.